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domingo, 30 de septiembre de 2012

(Giulia) El lado amargo del arcoiris.



Cortesía de Lucía Clementine.

Se levantó cuando el frío le erizó el vello. Acostumbraba a dormir hasta las ocho y ahí nacía un día más, implacable ante su reloj interno.

Sonriose y miro por la ventana, dos pájaros cantores revoloteaban y se cantaban. La mañana empezaba y el Sol lucia cálido, como la calidez que aquella noche y todas las noches le había faltado.

Se encontró pues mirando aquella escena, y como si algo le atravesase el alma, salto sobre su cama agarrando su almohada. La abrazó y luego la besó, al principio tierna, tímida, y luego la pasión hizo sacar su lengua, poco a poco. Pensaba en el. En quien si no.

Tornase entonces fría y se distancio de aquel cojín al que por poco casi ama de verdad. Y lo lanzo, lo lanzo bien lejos hasta llegar a los dos pájaros que revolotearon cada uno huidizos por su lado.

Ella fue capaza entonces de pasar al otro lado de su mente, y desde su ella mas racional se dirigió al lavabo. Sacudió el agua en su cara, como si la estampara contra una pared, era su peculiar manera de sacudir ideas, ideas que luego podían tornarse en agua si ella quería y bostezando mientras se miraba al espejo cogió su cepillo arrastrándolo por sus nudos matutinos, despejando asi su cara de princesa de ese pelo castaño dorado.

Una vez acicalada volvió a sentarse en la silla de madera junto a la ventana, observando el patio verde y la gente allá fuera.

-Giulia.- dijo la persona que entraba por la puerta.-Giula Cielo, es hora de la pastilla.

Pero ella siguió observando sin mirar, con una pequeña sonrisa dibujada en la cara.

-Parece mentira que aquí todos estemos locos ¿verdad? Mira sus caras. Esas personas son tiernas y vulnerables apenas podrían hacer daño a nadie. Parece algo así como que todo el dolor que ellos pudieran causar se lo hubieran guardado en el alma  para si, protegiendo así a los demás ¿es el exceso de sensibilidad lo que nos trae aquí Anni?

-Cariño, no sabría contestarte... ¿le has preguntado estas cosas al doctor?

-No, claro que no, el solo hace que recetarme esas pastillas de colores. Tengo tantas que cuando vienes a traérmelas parece que lleves en la bandeja un trocito del arcoíris

-Sabes que debes tomarlas, estas mucho mejor que desde la primera vez que ingresaste aquí.  -la figura se había plantado a su lado, una mujer mayor, robusta y tierna, con su lado maternal ofreciéndole la salvación a Giulia.

-Es solo que saben tan amargas...Si tan solo pudiera creer firmemente en que no veo las cosas como otros las ven, sin que eso ocasionara ningún problema... quizá simplemente podría estar en cualquier otra parte. Anni, hoy hace muy buen día, después querré salir a pasear al patio y quizá baile frente bajo esos arboles que se ven desde aquí, mira -señalo hacia delante.

-Lo que tu quieras cariño, pero primero tu medicación, no queremos que vuelvas a recaer...- y Anni se dio cuenta en ese instante, de que estaba sacando un tema que Giulia aun no estaba preparada para escuchar.

-Y luego Anni, luego el vendrá a por mi, entonces bailaremos todos y ya no tendré que besar mas almohadas.

Maternalmente la acaricio, desde aquella pequeña habitación de psiquiátrico, la enfermera Anni, que si conservaba su cordura, no podía hacer mas que acariciarla. Pues ella si sabia que el amor nos destrozaría otra vez.

Mientras en otra habitación de la otra punta de la ciudad suenan muelles.


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